domingo, 7 de abril de 2013

Ni los “buenos” son tan buenos, ni los “malos” son tan malos


http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20130208/54366495051/malos-estudiantes-grandes-genios.html 


Ser buen o mal estudiante, ¿quién lo determina? -¿Un examen escrito?, ¿no encontrar las palabras adecuadas para defenderte en un examen oral? ¿Tener un mal día y no responder las preguntas que se te plantean? ¿Saberte el temario, pero bloquearte a la hora de realizar la prueba propuesta? Resulta curioso pero, parece ser que sacar mayor o menor nota en estas pruebas tan “relativas”, son las determinantes para encajar en el perfil de ser mejor o peor estudiante.

                                 
                                                   Imagen realizada por: Luz María Hernández González

El artículo que mostré, palpa una idea de lo curioso que son los centros educativos. Generalmente existe la tendencia de retribuir determinadas notas o resultados, que dictan las diferencias y capacidades intelectuales entre los estudiantes. Una idea que a mi parecer no es del todo cierta, y es aquí cuando empleo la frase de “ni los buenos son tan buenos, ni los malos tan malos”, pues tener menores capacidades en una determinada materia, suspender un examen… no da pie a dar por supuesto la capacidad del estudiante. A lo largo del artículo se reflejan diferentes casos, que a pesar de ser malos estudiantes, llegaron a ser grandes genios en la historia.
Soy de las que opina que los resultados en un examen son únicamente un mero número y no determinan el coeficiente intelectual que verdaderamente puede poseer un estudiante. No todos partimos con las mismas capacidades intelectuales ni individuales. Unos podemos emplear mejor nuestras armas mediante un examen escrito, mientras que otros lo pueden hacer mostrando sus habilidades mediante el desarrollo de un trabajo, de un dibujo, o de una prueba tipo test. Los exámenes escritos, esos que utilizan la gran mayoría del profesorado deberían de ser un mero ejercicio reflexivo y orientativo que, no señale si el estudiante es mejor o peor, sino que ayude al alumno a aprender y al profesorado a evaluar pero con un criterio que no sea tan definitivo.
Sé muy bien que el vivir en la época que vivimos, los modos y procesos de enseñanza en los centros y en concreto en las aulas, no son los más adecuados para una correcta formación del los niños y niñas. El número de alumnos por clase se ha multiplicado en los últimos años, el número de profesores se ha reducido, los métodos de enseñanza siguen siendo en mucho de los casos los mismos, los exámenes siguen tomando la mayor iniciativa a la hora de evaluar a un alumno, y esto no conlleva sino a que se siga señalando, como hemos comentado a lo largo de toda esta reflexión en la diferencia de “los buenos” y “los malos”. Atender de manera individualizada se ha convertido, en la mayor parte de los centros, una idea muy difícil de llevar a cabo pues, no hay ni recursos, ni posibilidades, ni mucho menos tiempo para sacar el mayor rendimiento a un alumno que presente mayor o menor dificultad en su aprendizaje.
Todo esto es una realidad bastante triste, ya que todos somos capaces de valorar y darle mayores oportunidades a los brillantes, esos que dicen tener mejores resultados. Pero… ¿y a los que necesitan más ayuda? ¿Dónde quedan? ¿Tendrán algún día la posibilidad de alcanzar su objetivo o meta? Quizás muchos de ellos abandonen, pero quien quiere puede, y quien puede lucha por conseguir su objetivo.
Tengo claro que malos estudiantes podrán llegar a ser grandes genios.
                               
                                            Imagen realizada por: Luz María Hernández González


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